El número de niños diagnosticados con TEA en los Estados Unidos sigue aumentando: ahora es de 1 de cada 40, según la edición de diciembre de 2018 de Pediatrics. El diagnóstico temprano puede marcar una gran diferencia y conducir a resultados significativamente mejores. Sin embargo, muchos niños y niñas con autismo no reciben un diagnóstico hasta después de los 4 años, por lo que pierden el momento más oportuno para recibir tratamiento.
Las razones para el retraso en la búsqueda de un diagnóstico son variadas. A menudo, los padres no saben qué es el TEA o se niegan a aceptar que algo no es del todo normal o adecuado. Por ejemplo, un niño que gira sin parar puede ser descrito como “le gusta bailar, o un niño que no establece contacto visual es “se distrae fácilmente”. También podría tratarse de una diferencia cultural, en la que es normal que los padres cuiden de sus hijos ellos mismos o que un interés intenso y muy centrado se considere un signo de inteligencia en lugar de un posible síntoma de TEA.
“Los padres tienden a esperar y ver qué pasa”, afirma Jeff Skibitsky, máster, BCBA, LBA y presidente de Alternative Behavior Strategies. “Muchos padres simplemente no saben qué buscar. O, si sospechan que algo va mal, retrasan el momento de comentarlo con el pediatra porque no se dan cuenta de que deben llevar a su hijo a que lo evalúen lo antes posible y comenzar el tratamiento si es necesario”.
Desgraciadamente, los padres a menudo no son conscientes de que existen signos tempranos de TEA que pueden aparecer a los 24 meses, aunque algunos síntomas pueden aparecer incluso entre los 12 y los 18 meses. Con frecuencia, no empiezan a pensar que algo podría estar mal hasta que su hijo no empieza a hablar a la edad habitual.
Skibitsky afirma: “Es importante buscar estos síntomas cuando el niño es pequeño; cuanto antes, mejor para él o ella. Un diagnóstico precoz ayuda a los niños con TEA a recibir el tratamiento que necesitan antes, lo que puede reducir los efectos del TEA y ayudar al niño a desarrollarse. Lo único que se consigue con la espera es que, a largo plazo, sea más difícil para el niño”.
Las investigaciones demuestran que el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado pueden reducir los síntomas del niño, ayudarle a aprender nuevas habilidades y aprovechar al máximo sus puntos fuertes. Los niños que reciben intervención y tratamiento tempranos aprenden a ser más autosuficientes y necesitan menos servicios a medida que crecen, ya que se vuelven más independientes.
Dado que cada vez se diagnostica TEA a más niños en Estados Unidos, ABS anima a los padres a que aprendan los primeros signos del trastorno y acudan al pediatra si creen que algo va mal. Si es necesario, programar una evaluación diagnóstica y, si se requiere tratamiento, siga el plan prescrito para que el niño tenga las mejores oportunidades de lograr mejoras significativas.